23 DE SEPTIEMBRE
“DÍA PROVINCIAL DE LA LUCHA CONTRA LAS ADICCIONES”
Al hablar de tolerancia nos referimos a la adaptación que hace un organismo cuando entra de manera frecuente en contacto con un tóxico, pero al hablar de tolerancia social se hace hincapié en la indiferencia creciente que desarrolla una sociedad frente a prácticas de consumo que implican el perjuicio de las personas.
Si revisamos la historia reciente encontramos que a lo largo de estos últimos 20 años el tema de la adicción se ha instaurado entre nosotros. Lo ha hecho enmarcado dentro de una galería de imágenes relacionadas con transacciones ilegales, con el uso intravenoso y con los rostros surcados por la desesperación y la angustia. Esta ha sido la bandera que ha identificado el problema y ha sido portada por muchos, inclusive organismos oficiales y agencias publicitarias.
Si bien estas imágenes son ciertas, lo que también es verdad es que son la punta de un iceberg que representa sólo lo que aparece del problema. Hay una parte de ese témpano que está sumergida, que transcurre sin ser vista.
Una parte que no llama la atención porque está sumergida dentro de esto que llamamos la tolerancia social. Y la tolerancia social es la naturalización del consumo. Naturalización a nivel social como la aceptación de todo aquello que resignamos porque pensamos que no se puede cambiar.
Uno trata el tema del consumo de alcohol en los niños y adolescentes y muchos de ellos (que pertenecen a nuestra sociedad) se molestan, piden que seamos tolerantes, o sea, que lo naturalicemos, después de todo una gran cantidad de adultos son consumidores y hasta abusadores de alcohol. Este hecho, aunque les pase a los jóvenes no es producido directamente por ellos.
Los adultos nos horrorizamos ante los accidentes de tránsito y/o ante la violencia o peleas producidas por el consumo y/o abuso de alcohol en los jóvenes, pero sin embargo muchas veces somos los propios adultos quienes inician a sus hijos en el consumo de alcohol.
Lo cierto es que no se discute aquí que la gente adulta tome alcohol. El tema es si la gente adulta concede que tomen y fumen a los 14 años o antes. Ese es el problema.
En la Argentina se venden aproximadamente mil millones de litros de cerveza anuales. Ese mercado apunta muy especialmente a los adolescentes. ¨Tiene poca graduación alcohólica¨ sostiene la tolerancia social.
La cerveza pone en el mercado argentino el doble de litros de alcohol que colocan todas las bebidas destiladas juntas.
Este avance inusitado en la comercialización es parte también de la tolerancia social que permite que alguien gane una fortuna ofreciendo señuelos para que los menores consuman o abusen del alcohol. Un adulto puede quedarse tranquilo de que no le pueden vender alcohol a un menor de 18 años pero en la práctica uno sabe, basta salir a la calle para saber que eso no es real.
Es decir esto es parte de de lo que está en el lado oculto del témpano. Un témpano en una sociedad donde la tolerancia termina solo cuando se llega a los límites extremos y trágicos.
Una sociedad tolerante del consumo de alcohol y demás drogas en los jóvenes difícilmente se sienta obligada a crear instancias de ayuda en algo que no experimenta como una urgencia. Esta tolerancia anula cualquier señal de alarma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario